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Alemania, año cero (5 de marzo de 1923)[]

En el profundo pozo, cualquier cosa que diera muestra de la existencia del apellido U… y de su historia se apilaba con orden. Todas cosas innecesarias: partidas de nacimiento y de defunción, cuadros y trofeos, algunas fotografías, etc… La vieja casa, antes un palacio y ahora unas ruinas estaba a 20 metros del pozo. A 10 metros del pozo y de la casa estaba sentado en una vieja silla. Vestido pulcramente de blanco masticaba sin prisa y sin pausa lo que había llevado para comer una vez que hubiera apilado todo.

Pensaba en Nerón y el incendio de Roma, montando paralelismos que luego desechaba por inverosímiles. La mayor diferencia entre Nerón y él eran los motivos: uno quemo una ciudad por su diversión y para construir un palacio, el otro quema su pasado por principios y por temor ¿A qué? No lo sabe y se pregunta a qué le puede tener tanto miedo.

¿No es irónico? Quién debía continuar con la tradición se encarga de tirarla a la basura. El pensamiento le causo gracia y comenzó reírse, adoraba ese tipo de ironías.

En los aledaños a la casa se escuchó el sonido de ramas quebrándose. Se puso de pie inmediatamente y desenfundó la Mauser. Todo seguía tranquilo, y podría haber sido un animal. Luego de que pasaran varios minutos se calmó y volvió a enfundar el arma. Puede que solo haya sido su imaginación, nunca uno puedo saberlo con seguridad.

Cuando lo considero oportuno se acercó y miró al pozo. Vio más de cuatrocientos años de existencia de un clan destinado a desaparecer. Existencia desperdiciada en la búsqueda de una quimera. Los documentos y las fotografías no significaban nada para él. No estaba ligado de ningún modo a la realidad que de pequeño le habían contado y que allí había reunido. Cuando todo eso desapareciera, el mundo no sería un lugar más pobre. Todo estaba rociado con combustible, inclusive la casa y lo prendió fuego. Todo ardió de un modo casi hasta poético. No quedó nada.

Cumplida su tarea de limpiador, se marchó en silencio, lo más lentamente posible. Comenzaba a amanecer. Era una preciosa mañana de invierno. El cielo tenía unas tonalidades naranjas y rojas que hacían que todo pareciese enmarcado en un cuadro.

Repasó su vida pasada un último instante, rememorando todo detalle minuciosamente. Cuando terminó concluyó que todo su pasado hasta esa mañana no valía la pena recordarse.

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