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Pasado[]

Criado en el distrito Junrinan del Rukongai, Sōta vivió una vida pacífica y sin problemas; aficionado al conocimiento, desde ese entonces buscaba manera de ampliar el propio. Se determinó a volverse un Shinigami tras sufrir el ataque de un Hollow y ser salvado por uno; para lo que se inscribió al examen de la Academia Shinnō, donde pasó a integrar parte de la primera clase, tras pasar con una buena clasificación su evaluación de ingreso.

Vida en el Junrinan[]

Me crié toda mi vida en el Junrinan, el primer distrito del Rukongai Oeste, supongo que ello puede hacer suponer a uno (como sinceramente creo que lo hagan), que llevé siempre una buena vida, y posiblemente sea cierto. Sí, mi vida ha sido relativamente sencilla, no he tenido los problemas que tienen por ejemplo algunas personas en otros distritos, como el Zaraki o el Kusajishi, pero siempre estuve disconforme, ¿Por qué? Siempre he querido saber más, encontrar maneras de aumentar mis habilidades, mis conocimientos, mi ser. Siempre he peleado por aquello, desde el Junrinan...

•••

Apenas despuntaba el sol sobre el patio de su casa, como varias mañanas de sus días en ese entonces, realizaba aquél entrenamiento matutino al que me sometía con férrea determinación desde el final de su niñez; otras personas a su alrededor le llamaban constantemente terco, por realizar siempre ese cronograma. Quería alcanzar saberes, por eso mismo se dedicaba (y actualmente continúa embarcado en la misma empresa) a estudiar toda fuente posible de conocimiento que llegase hasta él. Asimismo, seguro de que la mejor manera de saber era conocer de manera práctica, se entregó a mejorar su capacidad física (en ese entonces algo por debajo del promedio). Aquella mañana, como tantas otras, estaba entrenando con unas herramientas de la familia, unas sencillas kusarigamas.

Sōta: Debo mejorar mi movimiento... Incorporar el uso de la cadena es muy útil para dar ataques sorpresivos.

Dando un salto, lanzó la cadena hacia su muñeco de entrenamiento de base móvil, atrayéndole hacia sí; con presteza, dio una voltereta, para encajarle una fuerte patada a la altura del pecho, luego de eso, giró sobre sí mismo para dar un tajo al muñeco. Tras terminar aquel ágil movimiento, cayó de espalda al piso con el mismo.

Sōta: Habrá que mejorar eso, no será ventajoso terminar en el piso cada vez que vaya a dar un salto.

Soltó una corta sonrisa, y se dedicó unas dos horas más a su entrenamiento, variando entre su kusarigama y el intercambio de golpes con el tronco del algarrobo de la misma casa. Terminada la mañana, entró a su casa. Se sentó a la mesa tras prepararse su propio almuerzo, y se pasó las dos horas siguientes al mismo leyendo. Llegado un momento, se incorporó y se golpeó la frente.

Sōta: ¡Maldición! ¡Debí ya haber partido a llevar aquello al distrito Kusajishi!

Tomó un paquetito, que guardó entre sus ropas, luego fue a buscar su kusarigama, recuerdo de un viejo familiar; salió de su casa, cerró la misma y luego miró el camino, aquel camino que debería recorrer hacia su destino, un escalofrío lo recorrió en lo más profundo de su ser, como augur vaticinando un mal presagio. Emprendió el camino, como quien marcha a afrontar un inexorable destino ya marcado.

Presagio[]

Había pasado ya un buen rato caminando, ya se había acercado bastante al distrito Kusajishi, ya no se podían observar los rostros amigables que saltan a la vista en el Junrinan en el que Sōta se crió. Aquí él podía ver gente con cicatrices, huellas de combates, seguramente entre ellos mismos.

Sōta: Vaya... No es un lugar seguro, estos tipos me miran como si fuera una bolsa de arpillera rellena con arena, lo necesario para practicar unos tajos.

???: Al parecer no eres de por aquí, ¿eh niño? He podido notar que guardas algo valioso... ¿Por qué no me lo das y te ahorras la brutalidad que da fama al Kusajishi?

A modo de respuesta ante esas brutales palabras, y frente a la mano que violentamente bajó sobre su hombro, Sōta disparó una patada contra su agresor. Saltó para alejarse de su enemigo, mientras tomaba su kusarigama, preparándose para el inminente enfrentamiento.

???: ¡Tuviste una oportunidad para sobrevivir! ¡Que recaiga el peso de tus acciones sobre tu existencia!

Aquel bandido corrió hacia Sōta, quien hizo girar rápidamente la cadena de su kusarigama, lanzándola luego hacia el puñal del adversario, quien, prevenido, bloqueó la misma y lanzó un cuchillazo contra Sōta, el que resultó con un corte en una mejilla.

???: Al parecer la suerte te sonríe, iluso.

Sōta: Ni creas, rarito, esto apenas comienza.

Lanzándole nuevamente la cadena de la kusarigama, logrando una mayor velocidad con la misma y enredándola alrededor del torso del bandido, pudo juntar los brazos de este al cuerpo. Con gala de una velocidad similar, se impulsó con la cadena hacia este, dándole una senda patada en la cara. Volcando su peso contra su contrincante, pasó con celeridad la hoja de su kusarigama contra el torso del adversario, para luego saltar desde el cuerpo de este al camino despejado.

Sōta: Tal parece que exageran un poco respecto al peligro de este lugar...

???: Error, muchacho... No puedes dejar un combate tan libremente sin haberte asegurado de haber matado; no, siquiera de haber incapacitado a tu contrincante, aprende eso si sobrevives a esto...

Levantándole por sobre su cabeza, aquel bandido arrojó a Sōta por un barranco, por el cual cayó muy duramente golpeándose contra piedras y ramas. Ya al final del mismo, con el cuerpo magullado, Sōta se desmayó.

Un buen rato después, él despertó adolorido, incorporándose en la medida de lo posible, caminó un poco, lentamente. A los pocos pasos, escuchó una voz grave lanzando ruidos inentendibles, miró en derredor, hasta que localizó al portante de la misma, un gran y horrendo hollow, cuyo aspecto recordaba al de una rana. Adoptó una endeble posición de guardia, mientras que aquélla endiablada criatura saltaba hacia él con un hambre voraz, con una fuerza animal.

Hollow: ¡¡Vamos!! ¡Carne fresca cae hacia mi una vez más! Los viajeros que son arrojados aquí por los ladrones son presas muy fáciles.

Sōta: No- seré- ¡Tu comida!

Usando su kusarigama, la clavó como pudo en la máscara del Hollow, lo que, sin embargo, no le provocó más que un acceso de ira, manifestado al casi arrancarle de un zarpazo su otra mano, que quedó colgando inerte de un trozo de carne, la sangre manaba de la herida, chorreando el suelo. La presión de la misma manchó la máscara de la criatura, dándole un aspecto mucho más salvaje y grotesco. Un suave viento recorrió los árboles, mientras lo que no eran más que dos gatos escapaban del lugar en dirección contraria.

Sōta: ¡¡Ahhgj!! ¡Engendro!

Hollow: Ja... Jaja... ¡¡Jajajajajaja!! Pequeño iluso, estás bajo este barranco, nadie viene jamás aquí. ¡Moriste desde que fuiste arrojado de la punta del mismo como la escoria que eres!

Sōta: ¡Basta!

De la mano sana de Sōta salió un destello corto, que produjo una pequeña explosión pegada a la máscara del Hollow, este arrojó a Sōta, para cubrirse la cara, al volver a mostrarla, pudo apreciarse una fisura en la misma, con algo de la sangre de este cayendo por la misma.

Hollow: Me... Has... Hecho... ¡¡Enoj-

Sin siquiera poder terminar su frase, la máscara del Hollow se partió a la mitad, junto con su cabeza, cayendo esta misma luego por otro corte, a la altura del cuello. Había sido eliminado. Mirando a su alrededor, Sōta buscó a quien hubiese eliminado al Hollow, sin encontrar nada o nadie que a su parecer pudiese haberlo realizado. Desde la zona que anteriormente tapaba a la vista el Hollow, salió una gata, que caminó con suma naturalidad hacia Sōta.

Gata: Prrr... Nya~a.

Sōta: Vaya, ¿te encuentras perdida?

Gata: ¿Nya?

Estirando la mano sana, Sōta intentó acariciar el lomo de la gata, a lo que (viendo esta su intención) crispó su pelaje.

Sōta: Oh, bueno, lo lamento.

Gata: ¿Esa es la manera de agradecer a quien mató a quien estaba por merendarte?

Sōta: Espera, ¡acabas de hablar!

Gata: A ciencia cierta, ¿eso es lo que te sorprende realmente? Una gata de un metro de largo acaba de matar a la rana enmascarada que te quería como aperitivo antes de la cena, ¿y el hecho que hable es lo que te sorprende?

Sōta: Bueno bueno, ¡perdón! ¿Yo cómo iba a saber que eres una gata parlante?

Gata: (Mirando hacia un costado, ofendida) Por cosas como esas es que tienen tan poco aprecio del Rukongai en ciertos sectores del Seireitei.

Sōta: ¿¡Que qué!? Bueno, ya... Disculpa, luego creo tener algo para compensarte la molestia.

Gata: ¡Oh no no, no es molestia! Pero... Si pudieses darme algo... Podría arreglar ciertas cosas.

Él introdujo su mano en sus ropas, tomando la misma cajita que trasladaba hacia el Kusajishi; abriéndola como pudo con una sola mano, mostró el contenido a la gata, para luego cerrar la misma y guardarla rápidamente al ver cómo el contenido de la misma llamaba la atención de la gata.

Gata: ¡¡Dame dame dame!!

Sōta: Tu prometiste hacer algo primero, vamos, gata mágica, has tu acto.

Gata: ¡No soy una gata mágica!

Dio un zarpazo en la cara a Sōta, tomándolo desprevenido, dejándole un arañazo cruzando sobre su cara.

Gata: Y si si, ya se, ya lo hago.

Sōta: Podías decir eso sin necesidad de arañarme la cara...

Tras apreciar bien la herida, aquella gata constató la gravedad de la mano de Sōta.

Gata: Vaya, esta cosa es seria, ¿no preferirías que te arrancase la mano y ya?

Sōta: ¿¡Que qué!? ¡Necesito mi mano!

Gata: Ya se, ya se, relájate, ¿qué una no puede bromear contigo que ya te pones histérico?

Sōta: Creo que no me conoces lo suficiente para llamarme "histérico", gata mágica.

Apenas acababa de soltar esas palabras cuando la felina mordió su mano sana.

Gata: ¡No me llames así, cállate y déjame curarte!

Utilizando lo que el Fukuhoshi reconoció como Kaidō, la gata sanó la mano de Sōta, uniendo los ligamentos de la misma de vuelta al brazo. Una vez terminado esto, parecía no haber sido herido.

Gata: Bueno, creo que este repuesto debería ser más resistente que la manita que tenías antes. ¡Ahora exijo mi premio!

Sōta: La verdad te lo has ganado, ten.

Tomó su caja y la abrió, para darle así un filet de merluza hecho a la sal y limón a la gata como premio. Con un brillo emocionado en los ojos, la gata comió el filet, poniéndole una buena cara al joven, quien tímidamente estiró una mano para acariciarle entre las orejas.

Gata: Vamos, no seas tímido, no muerdo.

Sōta: Mentirosa...

Gata: Por cierto, deberías probar el volverte un Shinigami, esa explosión que hiciste inconscientemente no estuvo nada mal, podrías hacer algo mejor que trapear el piso de las divisiones aunque seguramente comiences haciendo eso mismo. Asimismo, con un arma de verdad y no un pela-papas con cadena, hubieras podido contra este estorbo.

Sōta: Pela-papas con cadena.

Gata: Bueno, yo debo irme, seguramente ya haya quien se esté alterando porque haya salido de la nada sin decir a donde voy. ¡Recuerda probar el examen de la Academia Shinō! Nos volveremos a ver, ¡y no olvidaré este regalo que me hiciste!

Sōta: Lo haré gata mágica, espero nos veamos pronto.

Le dedicó una franca sonrisa, que fue cortada por un zarpazo molesto de parte de la gata.

Gata: ¡Que no me llames así!

Sōta: Conste que lo decía con cariño...

Academia[]

Desde aquella ocasión en la que había sido salvado por una gata, en medio de un barranco desolado del Distrito Kusajishi, Sōta había cambiado sus perspectivas en cuanto a lo que él esperaba ser. Sin dudarlo se inscribió lo más pronto posible en la Academia Shinō, donde pasó su examen de ingreso con altas calificaciones. Eso fue lo que le garantizó la entrada en la Primera Clase de la Academia.

Había pasado tiempo desde que Sōta se había inscrito en la Academia, con su determinada personalidad había pasado sin contratiempos por cada prueba que le fuese asignada, así es que llegó a ser en su momento uno de los primeros dentro de su clase, hecho que llamaba la atención de sus tutores. Era un día normal para Sōta, quien se encontraba merendando tomando su almuerzo y un buen descanso tras una mañana ardua, cuando aquella gata que lo había salvado (como había hecho en algunas ocasiones desde que Sōta había entrado a la Academia) le robó fugazmente su almuerzo, lo que hizo que el estudiante se levantara de un salto, corriendo a la gata al grito de "¡¡gata mágica ladrona, devuélveme mi comida!!

Gata: ¿Por qué debería devolverte tu comida? Ahora la tengo yo y es mía.

Sōta: Te daré tres razones: primero, porque es mi comida; segundo, porque te lo pido por favor... Tercero, ¡¡porque sino te correré hasta que me devuelvas mi comida!! ¡No me dejarás sin almuerzo otra vez!

Gata: (Entre maullidos) ¡¡Así no te devolveré nada!!

Mientras que la gata mágica corría para escapar de Sōta, el mismo la perseguía a toda velocidad. En un momento la gata subió a un techo y comenzó a correr por este, creyendo que de tal manera escaparía del estudiante (lo que parecía haber sucedido al fin). Así bajó hacia un patio, donde se dispuso a comer su comida cuando desde el aire cayó sobre ella Sōta, armándose así una pequeña nube de polvo, de la cual sobresalían de a ratos los brazos de este así como su cabeza, y las garras de la gata, quien arañó la cara de este. Pasado un rato de la trifulca, una persona separó a Sōta de la gata, la cual comió la comida de este aprovechando el momento.

???: ¿Puede saberse que ocurre aquí?

Sōta volteó a mirar a la interventora con primeras intenciones de manifestarle su descontento ya que la gata aprovechó el momento para comerse la comida, cuando calló las palabras que comenzaban a formarse en su garganta. Estaba ante nada menos que una Capitana, la Capitana Mitsuki Katō de la Cuarta División. Tragando saliva para acallar todo resto de las furiosas palabras que casi soltaba, volvió a comenzar.

Sōta: Ca-capitana Mitsuki, que sorpresa encontrarla por aquí... Bueno... Lo que sucede es que perseguía a esta gata (dirigió una aguda mirada hacia la gata, quien comenzó a lamerse una pata) que se robó y ahora comió mi almuerzo.

Mitsuki: ¿Esta gata?

Sōta: ¡Sí! Esta gata me ha acosado y molestado en varias ocasiones desde que me inscribí en la Academia Shinō, Mitsuki-taicho. Es la cuarta vez que me roba el almuerzo en el mes... ¡Y en una ocasión se llevó un recuerdo familiar! Que encontré luego colgando a varios metros de altura en lo más alto de la Academia... Mi kusarigama, con una nota pegada que decía grande PELAPAPAS.

Mitsuki: ¿Y cómo llegaste a atraparla y entrar en esa "pelea" con ella?

Sōta: Yo nada más la perseguí, la corrí un poco hasta que trepó a un techo, entonces siguió un rato así hasta que ella creyó haberme perdido y bajó a comerse mi comida, entonces aproveché para lanzarme sobre ella para recuperar lo que era mío.

Mitsuki: (Con cierta cara de asombro) Tu... ¿¡Tu perseguiste a esta gata hasta aquí!?

Gata: ¡No me ignoren!

Saltando, la gata dio un golpe a Sōta.

Sōta: Espera... ¡¿Por qué me golpeas a mi?!

Gata: Porque te lo mereces.

Mitsuki: Entonces... ¿Tu perseguiste a esta gata y dices que ella te ha hecho todas esas cosas? ¿Qué puede decirnos al respecto, Comandante General Alana?

Alana: Él se lo buscó en todas las ocasiones.

Sōta: Espera... ¡¡Dijiste Comandante General Alana!!

Mitsuki: Sí.

Alana: (Con una pequeña vena resaltando sobre su gatuna sien) ¿Qué es lo que te sorprende?

Sōta: ¿¡T-tu eres la Sotaicho!?

Alana: Sí, ¿y?

Sōta: (Con una maliciosa sonrisa de perfil) Bueno... Sinceramente esperaba algo más... Impresionante.

Alana: ¡Acaso no soy lo suficientemente impresionante!

Mitsuki tomó a Alana por las patas delanteras, para evitar que siguiese arañando a Sōta.

Mitsuki: ¡Ya paren ustedes dos! Alana-san, ¿entonces es verdad todo eso? ¿El te pudo perseguir y atrapar así como dice?

Alana: Sí. La verdad no esperaba que me encontrase tan rápido...

Mitsuki: Entonces vámonos muchacho, debes volver a la Academia, y yo te acompañaré. Disculpa las molestias, Alana-san.

Sōta: ¡¡Pe-pero mi comida!!

Mitsuki: ¡Ya comerás luego, no molestes!

Mitsuki apretó un punto de presión sobre el cuello de Sōta, durmiéndolo.

Alana: Yo lo molesto pero tu te pasaste, Mitsuki.

Mitsuki: Que se aguante; tiene suerte, voy a decirle a los de la Academia que lo saquen de su clase, lo he elegido para que integre mi división.

Alana: Vaya, el azar dio suerte para el chico, que considerada eres Mitsuki.

Mitsuki: Sí, y ahora me voy, pero... ¿Dejarás de hacerle bullying el día en que él tenga un puesto importante?

Alana: Ay por favor mira que cosas dices Mitsuki, pero claro que no.

Mitsuki: (Suspirando) Supongo que eso es todo entonces, nos veremos luego, Alana-san.

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